En una charla sostenida con Cadillo, una semana atrás en el programa "Ruta CTI' (RTV), me quedó claro que la única forma de superar la crisis que vive la educación peruana es a través del concurso de los sectores público y privado, en donde los roles serán complementarios.
Por ejemplo, el ministro piensa que es importante entender que, si la brecha de acceso a internet no se supera en el país, la fractura se va a trasladar a la capacidad misma de aprender y acceder al conocimiento. Esta falencia en los aprendizajes es nefasta para un país como el Perú, donde la pandemia C19 ha producido empobrecimiento y, además, destrucción del empleo. Esto mirando las cosas en el corto plazo.
Pero en el largo plazo, no superar la brecha de aprendizajes puede perpetuar una inequidad social que se volvería endémica.
Volviendo al tema de los roles compartidos, al sector privado le tocará prestar su rapidez en la integración de soluciones y, eventualmente, ser un articulador de propuestas coincidentes entre sí. Por su parte, a la burocracia del Minedu le tocará definir una agenda mínima que pueda cumplirse lo más pronto posible. Es decir, antes de que finalice 2021. Y doy por descontada una intensidad en el despliegue de acciones.
La agenda mínima que refiero requiere de una burocracia conocedora y con credenciales aseguradas, pues el reto es enorme. Esa burocracia también puede complementarse convocando a expertos de diversos ámbitos y que puedan acompañar a Cadillo, vía un Consejo Consultivo.
La educación peruana está en llamas, su crisis es inmune a cualquier ideología. Y ello implica convocar a los mejores, sin dudas ni murmuraciones.
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