Giulio decidió estudiar Ingeniería Industrial, una carrera que, según menciona, le permite consolidar conocimientos de ciencias básicas, pero también reforzar las relaciones humanas y actividades administrativas. "No solo me gustaban las matemáticas, sino también el conectar, vincularme con las personas. Un ingeniero industrial, además de los cálculos que debe revisar, también debe conectarse con el grupo humano. Ese conjunto de habilidades me llamó la atención", manifiesta.
Sus primeros cursos de la carrera los llevó de forma virtual ante el contexto de la pandemia del COVID-19, pero esa modalidad no fue obstáculo para aprender y relacionarse con sus compañeros, quienes lo motivaron a participar de voluntariados de su universidad. Hasta la fecha, ha apoyado en diferentes iniciativas estudiantiles que buscan reforzar el aprendizaje de entre ellos mismos, tanto en temas especializados de la carrera, como en extracurriculares que potencian las habilidades blandas.
En la actualidad, en su sexto ciclo, participa en el Coloquio de Estudiantes de Ingeniería Industrial de San Marcos, voluntariado en el que coordina con empresas e instituciones para que brinden conferencias, talleres, conversatorios y becas a los estudiantes de la UNMSM. Asimismo, dirige al equipo que lo apoya en estas funciones, mejorando sus propias habilidades blandas y también la de sus compañeros.
"Las matemáticas me ayudaron mucho a mejorar mis capacidades cognitivas. Y llevar cursos extracurriculares que potencian las habilidades blandas, colaboran a tener más seguridad, a tener relaciones sociales más estables, a perder el miedo de mostrar quiénes somos", resalta.
Sus primeros pasos
El talento natal de Chincha, Ica, recuerda muy bien el primer premio que obtuvo en estas competencias de matemáticas. Él cursaba el segundo de primaria y ganó un concurso nacional llevándose una computadora como reconocimiento a su esfuerzo. Su profesor vio su potencial y lo becó para prepararse en su academia preuniversitaria. "El participar desde pequeño en esos concursos me hizo creer que la meta que me proponga la puedo alcanzar porque tengo la capacidad para ello", sostiene.
Al culminar la secundaria, Giulio tenía una meta: estudiar en la Decana de América, una de las casas superiores de estudio más prestigiosas del país. Con el apoyo de sus padres, viajó hasta Lima, se hospedó con un familiar y se dedicó a prepararse con disciplina para lograr su objetivo. Una noche en el bus de regreso a Chincha, y junto a su madre que lo había visitado para dar su examen de admisión, se enteró de que había logrado ingresar en su primer intento a la Universidad San Marcos.
La UNMSM, fundada en 1551, es reconocida como la universidad más antigua de América. En sus aulas albergó a los principales gestores de la independencia y a personajes ilustres. Obtuvo el licenciamiento institucional de la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (Sunedu) en 2018 gracias a su calidad educativa. Ofrece 66 carreras profesionales de pregrado, como Medicina Humana, Genética y Biotecnología, Ingeniería Biomédica, Ingeniería Civil, Ingeniería Geológica y Economía Internacional.
Antes de iniciar sus clases, Giulio comenzó a enseñar matemáticas en la academia preuniversitaria en la que se había preparado. El director de la institución le informó sobre Beca 18 del Programa Nacional de Becas y Crédito Educativo (Pronabec) del Ministerio de Educación, concurso dirigido a talentos de escasos recursos económicos o en situación de vulnerabilidad para que estudien una carrera con todos los gastos cubiertos por el Estado peruano. Postuló y logró ser uno de los ganadores.
"A los jóvenes les aconsejo a participar de toda actividad extracurricular como voluntariados. Estas experiencias te permitirán conocer a gente que pueda aconsejarte y orientarte en ciertos temas de gran valor. También aprenderás a relacionarte y a compartir tus conocimientos con otras personas. Estas acciones te demostrarán que estás siendo parte una acción importante a la sociedad", subraya Giulio.
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