Lourdes Sevilla Carnero, directora ejecutiva de Cuna Más, explicó que un padre activo y comprometido con la crianza, y que supera las resistencias culturales que empujan a los hombres a minimizar expresiones de amor y sensibilidad, influye positivamente en el desarrollo integral de sus hijas e hijos, contribuyendo con una primera infancia saludable, segura y feliz. Al respecto, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés) asegura que quienes han contado con un padre presente y afectuoso en sus primeros años de vida se convierten en adultos con una mejor autoestima y habilidades sociales, además de mostrarse más hábiles en el manejo de sus emociones para enfrentar las dificultades que se les presentan.
"La paternidad activa, así como la corresponsabilidad en las tareas domésticas y familiares que fomentamos en Cuna Más, buscan promover la unión familiar fortaleciendo aquellos aspectos que, por una mala entendida costumbre o prácticas desfasadas en el tiempo, aún se concentran solo en las madres. Estoy segura de que, en un futuro no muy lejano, la paternidad afectiva y la corresponsabilidad que promovemos serán el sentir y actuar natural de toda mujer y hombre que, al convertirse en madres y padres, asumen y entienden la crianza como algo inherente a su nueva condición, desde la gestación hasta la adultez de su niña o niño", dijo Sevilla Carnero.
Unos papás a todo dar
Para ejemplificar las virtudes de la paternidad afectiva y corresponsabilidad que fomenta Cuna Más, durante este mes compartirá en sus redes sociales institucionales historias de vida de padres usuarios, que sobresalen por el amor y entrega que manifiestan en la crianza diaria de sus hijas e hijos.
La primera de ellas corresponde a una familia usuaria del Servicio de Acompañamiento a Familias (SAF) en el Centro Poblado de Lorencillo 1, provincia de Oxapampa, región Pasco, donde Elí Fernández es un agricultor de 45 años que combina hábilmente sus labores en el campo con los cuidados que requieren en casa sus cuatro niñas, la más joven, Gemilet, de apenas 24 meses de edad.
"Mi esposa Brenia sufrió un accidente hace unos años, y desde entonces viaja todos los meses al distrito de Constitución para su tratamiento. Antes, cuando ella no estaba, yo asumía las tareas de la casa, pero no fue hasta el 2019, cuando por mi Gemilet nos convertimos en usuarios del Servicio de Acompañamiento a Familias, que entendí que se trata asumir y estar siempre, de comunicarme, de ser activo, y asumir la crianza de mis hijas con su mamá en todo momento", aseguró Elí, muy orgulloso de la relación armoniosa que distingue a su familia, y de cómo la corresponsabilidad ejercida en las tareas del hogar ha fortalecido su matrimonio.
La segunda historia nos llevará a la provincia de Utcubamba, en la región Amazonas, donde vive Abraham Cadenillas, un papá de 40 años, que lamentablemente perdió a su pareja el año pasado. Hoy, gracias al acompañamiento del SAF, su familia también recibe el respaldo de las (os) facilitadoras (es) formados (os) por Cuna Más, quienes se sienten orgullosas (os) por el amor y paciencia con la que cría a su hija Hellen, de 35 meses de edad.
Desde Ica, también se compartirá la historia de Hugo Hinostroza, un papá que perdió a su esposa en la primera ola de la pandemia de la COVID-19. Aunque el duro golpe aún no es asimilado completamente por su familia, desde que Hugo recibe el apoyo del Servicio de Cuidado Diurno (SCD), en su natal Palpa, siente que, poco a poco, va ganado más confianza en sus habilidades para criar a su hijo Vasco Aywar, de 22 meses de edad.
En el distrito de Tinco, provincia de Carhuaz, región Áncash, se encuentran Edgar Mendoza, un agricultor de 28 años, y su esposa Alicia. Junto a sus tres hijos, un niño de 11 años, una niña de 7 años y un bebé de 11 meses, respectivamente, esta joven familia - también usuaria del SAF - es de las más entusiastas de la localidad en todo lo que concierte a la corresponsabilidad, pues consideran que es el estilo de crianza que augura mejores posibilidades de éxito para los suyos.
"Mi esposo y yo crecimos en hogares donde lo tradicional es que las mujeres se encarguen de la casa y los hombres del trabajo, pero creemos que, para que nuestros hijos tengan más oportunidades que nosotros, debemos trabajar unidos, tanto en la casa, haciéndonos cargo de su cuidado y crianza, como fuera de ella, en la chacra", dijo Alicia.
El mosaico de padres ejemplares termina en el distrito San Juan Bautista, provincia de Maynas, región Loreto, donde vive Jaime Mera, un piloto fluvial de la Marina, ya retirado, que se desempeña como socio de cocina en el Servicio Alimentario del Centro Infantil de Atención Integral (CIAI) Primavera. Con un trabajo que lo mantenía alejado de su hogar durante meses, la crianza de sus cuatro hijos quedó en manos de su esposa Edna, dejándolo a él como una figura distante, aunque añorada. Sin embargo, tras enviudar hace más de 10 años, fue redescubriendo la conexión especial que surge del diálogo y el trato amoroso y cotidiano entre padres e hijos.
"Cuando era joven no hubo un día en que cocinara. Pero, al fallecer mi esposa, empecé a hacerme cargo de muchas labores y siento que con la cocina encontré no solo un pasatiempo, sino también un modo de acercarme a mis hijos y nietos. Ahora, con 63 años y como socio de cocina de Cuna Más, que me capacita para hacer mis recetas más nutritivas, preparo la comida para las niñas y niños del CIAI, ayudando a sus padres que deben trabajar y no tienen con quién dejarlos. Cuando puedo, les aconsejo: no todo lo debe hacer la madre, criar es una tarea de dos", consideró Jaime.
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