Durante su exposición, explicó que una innovación no solo debe ser reconocida por ser original, sino también debe demostrar su eficacia. Es decir, que a través de ella tenga mejores resultados de los que se podría lograr a través de los métodos más recomendados y ampliamente reconocidos. Recalcó que podemos estar frente a muchas actividades atractivas, novedosas o movilizadoras, pero no necesariamente propuestas innovadoras.
"Lo que debemos evitar es que cuando planteamos nuestros proyectos de innovación terminen en una foto o siendo solo un recuerdo, a donde debemos apuntar es a encontrar nuevos caminos para poder iluminar el magisterio y lograr el fin de la escuela; que los estudiantes puedan aprender", manifestó.
Como ejemplo mencionó algunas experiencias innovadoras de maestros y maestras que pertenecen a la Red de Docentes Innovadores del FONDEP y que han ganado concursos nacionales, como "EduScrum" y "EducaSM" de Piura; "META" de una escuela de Cajamarca y "Aprendemos jugando a través de la gamificación" de una escuela de Lima.
"Lo que hacemos desde el FONDEP es que después de identificarlos, reciben asistencia técnica y formación especializada para que puedan fortalecer el potencial de su idea innovadora y así tener una mayor garantía de que va a impactar en los aprendizajes de los estudiantes. Luego, se les hace un seguimiento continuo, el cual se va complementado con el acompañamiento de las DRE y UGEL", contó.
En otro momento, explicó que los siete ingredientes son los criterios de innovación, siendo la base la intencionalidad, que busca responder a las siguientes preguntas: ¿Qué problema buscan resolver? ¿Existe ya una solución conocida? Si no es así ¿Qué soluciones se han ensayado a la fecha? ¿A dónde se quiere llegar? También está la originalidad y la pertinencia, donde se debe constatar que la idea de la innovación responda a las necesidades de los estudiantes.
Otros criterios que se debe considerar para formular e implementar proyectos innovadores que pongan en el centro el desarrollo de las competencias de los estudiantes son: impacto, reflexión, participación y sostenibilidad. Toribio consideró que la innovación tiene que estar dirigida a resolver problemas que impidan que los estudiantes aprendan, así como a corregir, a mejorar o a reinventar estrategias que no están funcionando. "No porque yo no las esté sabiendo aplicar, sino que por más intentos que haga yo y otros maestros, no logran dar resultados".
Finalmente, recomendó ponerle mayor énfasis en el proceso metodológico, ya que un gran error que suelen cometer los docentes, durante la construcción del proyecto, es describir este proceso como un medio y no como un fin. Un ejemplo -señaló- ocurre en los proyectos de biohuertos o la integración de técnicas ancestrales en tejido y construcción para el desarrollo de la identidad.
"Muchos docentes piensan que el valor en sí mismo es la actividad, como el cultivo o el tejido, entonces creemos que involucrando a los padres, madres de familia, abuelitos o a la comunidad ya es un proyecto de innovación. Como estos suelen llegar muchos proyectos que son muy interesantes, pero su mayor debilidad es no poder describir ¿Cuál es el paso a paso para que esa experiencia se vuelva una matriz de aprendizaje?". Sostuvo que es "Un gran error es concentrarse en la actividad y olvidar el procedimiento metodológico por el que esa experiencia se vuelva una matriz de aprendizaje distinta y mejor que las comúnmente ensayadas sin mayor éxito".
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