Gerson Atalaya (25) no conocía Pachacútec. Ignoraba que esa zona es considerada una de las más pobres del país: los vecinos viven con menos de 20 soles diarios. Y que, precisamente por esa realidad, nace en 2004 una fundación con el objetivo de brindar calidad educativa, salud, infraestructura y oportunidades de crecimiento profesional de la mano de empresas que creen en un cambio real. Fue gracias a su hermano mayor Ericson que -a regañadientes- visitó el recinto junto a su familia. "Con más desgano que ánimo, acepte estudiar allí. No sabía si era lo que verdaderamente quería", rememora. El tiempo le demostró que había tomado la decisión correcta.
Una vez dentro, empezó a ver con más claridad su rumbo. Sabía que quería dedicarse a algo relacionado con la gastronomía. Como todos, tenía sueños e ilusiones. Lo clave, vale recalcar, fue que estaba en el lugar correcto. "Me fui formando como un gran cocinero, pero mejor aún: me volví más fuerte, más seguro y con ganas de ser cada día mejor e inspirar a otros a que se puede lograr lo que nos proponemos con trabajo, perseverancia y disciplina. Solo necesitamos una oportunidad. Fundación Pachacútec forma parte de mí, me cambiaron la vida y me enseñaron a creer en mis sueños y luchar por ellos", cuenta Gerson desde Luxemburgo, donde se desempeña como jefe de cocina del restaurante Kay. Así como él, la Fundación Pachachútec tiene centenares de historias de éxito.
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www.elcomercio.pe/somos/historias/fundacion-pachacutec-como-ayudar-para-que-mas-ninos-y-jovenes-accedan-a-educacion-de-calidad
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