Según encuesta de la National Alliance for Youth Sports, un 70% de jóvenes de EE.UU. deja de participar de deportes organizados a partir de los 13 años porque ya no los divierte, pese a todos los beneficios en su desarrollo físico, su capacidad de manejar éxitos y fracasos, trabajar en equipo y alejarse de las omnipresentes pantallas digitales. (Why 70 percent of kids quit sports by age 13 By Julianna W. Miner Washington Post, June 1, 2016)
Esa es la consecuencia natural de una actividad cuando es diseñada para ser competitiva, supone consumo de tiempo y compromisos por parte de los participantes, que deben tener una mentalidad orientada a los resultados (éxitos), lo que desalienta a quienes no lo toleran, se sienten incompetentes o causantes de los fracasos del equipo. Esa participación en las competencias es duro, demanda alta resiliencia y mucha fortaleza de carácter, por lo que no tienen cabida todos.
Como vivimos en una cultura de que "se hace deportes para competir (y ganar)", no se cultiva el deporte para la diversión. Ese mensaje de que el participante debe ser el mejor porque si no es un fracasado, es muy dañino para los niños y jóvenes, que dicho sea de paso viven similar experiencia en las aulas con la alta valoración que se les da a las mejores notas académicas.
Los deportes que podrían ser útiles para enseñar a los niños como fallar y recuperarse, tolerar y sobreponerse a frustraciones, los terminan dejando abandonados al estrés y la depresión sin darles ningún soporte alternativo. Sumado a ello, para alumnos de nivel socio económico bajo, especialmente si son unipaternales, los gastos en uniformes, equipos, entrenamientos individuales, viajes para jugar partidos y tiempo dedicado a entrenar ya no son una opción.
Por si fuera poco, una secundaria llena de tareas y obligaciones escolares también son consumidoras de tiempo
¿Qué hacer en tiempos en los que la salud mental, física y alejamiento de tiempo de pantalla es tan central para la vida de los jóvenes? Valdría la pena rescatar el deporte (y otras actividades académicas, sociales y artísticas) para la recreación, y tomar distancias del afán de hacer que todo sea motivo de competencia, de buscar al mejor, lo que siempre dejará excluidos a una buena parte de los jóvenes
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