Reservorios se hallan a mitad de su capacidad porque entidad no puede captar agua. Ayer se restableció el servicio, pero dos huaicos obligaron a un nuevo corte en la noche: Hace una semana, la captación habitual de agua en la Planta La Atarjea, que abastece al 80% de la población de Lima y Callao, era aproximadamente de 21 metros cúbicos por segundo. Durante los últimos días, debido a los continuos huaicos que caen sobre el caudal de río Rímac, la captación se redujo dramáticamente y hoy se encuentra entre 0 y 10 m3/s.
La cantidad de basura y lodo que han traído consigo los huaicos provocaron el colapso de los canales de captación de agua. Ello, pese al constante trabajo que realizan los obreros de Sedapal en el área de bocatoma.
Hasta la madrugada del sábado, las rejillas de captación no habían acopiado ni una gota de agua del río por lo turbia que se hallaba y, cuando pudieron hacerlo, recibieron menos del nivel normal.
Niveles críticos
De allí que los dos estanques de pretratamiento de agua estén casi en niveles críticos. De hecho, si se llegara a ese nivel, el tratamiento del agua podría generar daños en la infraestructura de la Planta.
Los sin agua
Todo esto se reflejó ayer en las calles. Los problemas de escasez de agua llegaron a su punto crítico en la mañana. Con baldes, barriles, botellas y hasta jarras, las personas recorrieron distintas calles y plazas de la capital en busca del vital recurso.
Pese a que Sedapal instaló 116 puntos de abastecimiento en 18 distritos de Lima, como San Juan de Lurigancho, Villa María del Triunfo y San Miguel, solo por nombrar algunos, estos no lograron satisfacer a toda la población.
Para muestra un botón. Unas 300 personas se juntaron al lado de Palacio de Gobierno durante la mañana para reunir el agua que salía de la pileta Plaza Perú.
"Esta agua no es para consumo humano. Ha estado empozada más de una semana", repetía con megáfono en mano un agente policial, advirtiendo a las personas sobre posibles enfermedades. Pero no era escuchado.
En el Rímac pasaron cosas similares. Los vecinos de la avenida Francisco Pizarro formaron una cola al lado de un predio donde el agua por ratos caía con normalidad. La dueña de la vivienda, a diferencia de las muchas personas que aprovecharon la delicada situación que vive el país, se dedicó a llenar uno o dos baldes por familia.
Otro de los puntos en Lima donde se vio una multitud llenando baldes con agua fue la avenida Gerardo Unger, en San Martín de Porres. "En mi casa somos doce. Estos baldes no me alcanzan más que para lavar los platos y algo de ropa", contaba Consuelo Flores, de 79 años.
Al cierre de esta edición, se supo que el servicio de agua que había sido repuesto en algunos distritos, se suspendió por la caída de dos huaicos.
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