Su labor como docente bilingüe fue reconocida por Ministerio de Educación y Unicef: Amanda Aguilar Gonzales es directora, maestra y hasta cuidadora de los niños y niñas de la escuela inicial N° 429- 26/ Mx-U, calificada como unidocente. Está ubicada en Kulluchaca, centro poblado de la provincia de Huanta, Ayacucho. Los pequeños aprenden por medio de su lengua materna: el quechua. Solo durante 30 minutos les enseña en español.
Para Amanda, el quechua está asociado a la alegría, a su abuela materna que la mandaba, en su idioma ancestral, a traer la leña o recoger el agua. Para ella fueron sus primeros juegos, y por ese motivo aprender estuvo relacionado con la risa y no a la angustia atrapada en el corazón.
Huantina de origen, eligió la educación primaria como carrera para crecer y alzar vuelo profesional, pero a inicios del siglo XXI no había puestos de trabajo en Ayacucho para ese tipo de docentes, así que se especializó en educación inicial para enfrentar la crisis y trabajar.
Descubrió su verdadera vocación: entregar su vida a la enseñanza para los que empiezan a descubrir la autonomía con curiosidad. Niños y niñas de 3, 4 y 5 años que viven en las zonas más alejadas de nuestra Sierra.
Colegio intercultural
Luego de enseñar en varias escuelas unidocentes originarias, es directora, pero además maestra, cocinera y hasta personal de servicio de la escuela inicial N° 429- 26/ Mx-U, también unidocente, cuenta Amanda. Humilde colegito intercultural ubicado en Kulluchaca, un centro poblado asentado a 50 minutos de Huanta.
"Trabajo sola, soy todo. Me encanta trabajar con mis niños y niñas; son como mis hijos, no los trato como ajenos, no los dejo a un lado, los acojo, les dejo hacer a su manera", comenta.
Amanda dejó Kulluchaca hace algunos días para participar en el Undécimo Encuentro Nacional de Regiones: La escuela como centro del sistema educativo, que organizó el CNE. Allí se reunió con directores de escuelas rurales, de unidades de gestión educativa local (UGEL) y direcciones regionales de Educación.
Lengua amorosa
Su labor como docente bilingüe ha sido reconocida tanto por el Ministerio de Educación como por Unicef. Ambas entidades rescatan que el aprendizaje básico de estos niños y niñas sea en su lengua originaria, y mediante su cultura también.
"Ellos aprenden vivenciando, observando, agarrando una lampita, si sus padres son agricultores, o sembrando como lo hacen sus progenitores. Hablamos en su lengua materna desde que ingreso en el colegio. Solo durante 30 minutos hablamos castellano, frases sueltas. Saben decir sus nombres, contar y responder sí o no".
Es una ironía para esta profesora que su único hijo, universitario él, se niegue todavía a hablar quechua, aunque lo entiende bien. La entristece, dice, pero como sabe que hablar en ese idioma es tierno, carismático, tal vez un día se anime y la sorprenda.
Mientras tanto, se siente satisfecha de ser maestra de una escuela unidocente, pública, así le paguen poco. Está conforme con pesar que aún es contratada. Le interesa que sus niños absorban conocimientos y valores en su lengua. Solo así serán libres, sostiene. Amanda, la mujer que los ama, está orgullosa de su identidad.
Hoja de vida
-Me formé como profesora de educación primaria en la UNSCH 1992- 1997.
-Soy Magíster en Gestión Educativa, de la UCV-filial Ayacucho.
-Tengo segunda Especialización en Matemática y Comunicación en la U. San Luis de Gonzaga de Ica.
-Una segunda Especialización en Educación Inicial y Educación Intercultural Bilingüe (EIB).
-"Lo que aprendan los niños y niñas en su lengua materna les servirá para toda su vida, será la base de sus valores".
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