Relegar la Educación Artística a la periferia educativa tiene por objetivo político y comercial crear ciegos-videntes, de modo que la población desee televisores de plasma, ir de compras, hacerse la depilación láser... Impedidos de leer las imágenes y los mensajes que esconden los productos anunciados. María Acaso, profesora de Educación Artística en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid, sostiene esto en su libro La educación artística no son manualidades (eldiario.es 07/12/2014).
La autora dice que formarse en Educación Artística no equivale a trabajar en un taller de manualidades, ni hacer clases en las que los niños pintan en hojas o murales, sino a aprender a analizar y producir productos y expresiones artísticas con actividades relacionadas a la producción de conocimiento crítico.
Es paradójico que en un mundo hipervisual haya poca preocupación por desarrollar el pensamiento crítico visual, dejando a los chicos y chicas indefensos ante las imágenes, incapaces de leer sus contenidos conceptuales. Prefieren mantenerlos en el plano inconsciente, en vez de alentarlos a dar el salto al consciente.
El arte no es una actividad que se limita a embellecer o adornar el mundo, sino que hace pensar y genera conocimiento. Es un proceso complejo, una vía para comunicarse sin escribir que demanda concebir al estudiante como un productor de conocimiento cultural que está al mismo nivel que el docente, que es capaz de hacer interactuar su mente y su cuerpo para expresar o descubrir pensamientos y sensaciones inalcanzables por otros medios.
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