"El año pasado, meses antes de que Google Translate incorporara oficialmente el aimara y el quechua a sus traducciones, recibí un mensaje a través de Linkedin. Era la empresa Venga Global, que quería trabajar conmigo para validar las traducciones de un grupo de 5000 palabras aimaras al inglés, relacionadas al tema de la salud. Y esta empresa ofrece sus servicios para el Traductor de Google. Para mí, es un verdadero honor participar en este proyecto y considero que es lo mínimo que puedo hacer por mi cultura y el lugar que me vio nacer", dice el también ganador de la primera promoción de Beca 18, del Programa Nacional de Becas y Crédito Educativo (Pronabec) del Ministerio de Educación.
Honorio explica que Google usa un modelo de inteligencia artificial para la traducción de idiomas, pero también necesita que las traducciones sean validadas por personas conocedoras de las lenguas o idiomas y, por supuesto, de la tecnología. De ahí que el joven puneño fuera perfecto para este puesto y que su trabajo resultó tan útil para la empresa internacional que actualmente sigue colaborando en el proyecto.
Además de cumplir con todas estas cualidades para el trabajo, el contacto con Google fue posible gracias a que Honorio ya venía investigando sobre los modelos de inteligencia artificial para la traducción del aimara, lengua hablada por más de 450 000 personas en el Perú, a diversos idiomas. Actualmente, cuenta con dos publicaciones en inglés, en la revista europea SpringerLink, sobre este tema.
Para sus investigaciones, Honorio ha creado un modelo de inteligencia artificial que ha denominado AI-MARA. "En esta primera experiencia recolectamos oraciones bilingües (español y aymara), las estructuramos, y entrenamos el modelo de inteligencia artificial para que pueda aprender a traducir nuevas oraciones. Ahora contamos con una base de datos de más de 18 000 oraciones y pronto publicaremos esta nueva investigación en una revista especializada. Es una experiencia pionera a nivel de lenguas nativas en el Perú", detalla el becario del Pronabec.
Pasión por la inteligencia artificial
Honorio estudió la carrera de Ingeniería de Sistemas, en la Universidad Nacional de Moquegua, gracias a Beca 18-2012; sin embargo, en aquellos años la enseñanza de la inteligencia artificial aún no era parte de la malla curricular. No fue hasta el día en que presentó su tesis, y se la rechazaron, cuando descubrió el potencial de esta tecnología. "Un docente de Ciencias de la Computación llegó a mi universidad y formó parte del comité evaluador de mi tesis, y rechazó mi tesis. En ese momento, él me impulsó a capacitarme en temas que nunca había escuchado. Durante los siguientes cinco meses me dediqué a ello y luego tuve una segunda oportunidad de sustentar: esta vez fui aprobado. Mi investigación consistió en el uso de la inteligencia artificial para conocer si un CV es elegible o no para una determinada oferta laboral", cuenta el joven.
Su tesis sorprendió tanto al director de su carrera que lo incorporó como jefe de práctica de un curso de la universidad. En estos años, Honorio continuó capacitándose gracias a una beca que ganó para recibir una capacitación en Lima sobre inteligencia artificial. Allí conoció a su equipo, con el que aún trabaja, para crear un aplicativo que permita la traducción de su lengua natal a diversos idiomas. Asimismo, siguió la maestría de Ciencias de la Computación y ahora se desempeña como docente de los cursos de Inteligencia Artificial, Análisis y Diseño de Algoritmos y Base de Datos.
De cada adversidad, sacó más fuerzas
El camino de Honorio para lograr sus metas no ha sido fácil. Al contrario, estuvo marcado por diversas adversidades a tal punto que pensó en rendirse en más de una ocasión. "Yo ya había perdido las esperanzas de estudiar una carrera profesional", dice el joven. De niño veía cómo sus padres, dedicados a la agricultura y la ganadería padecían carencias económicas.
Cuando egresó del colegio, otro hecho marcó su vida: su madre falleció. Pese a ello, siguió con sus objetivos: postuló a la Universidad Nacional del Altiplano de Puno, pero no ingresó. Así que se dedicó a trabajar. Viajó hacia Ilo, Moquegua, para vivir con una de sus tías y laborar en diversos oficios: ayudante de panadería, cobrador de combi, vendedor de paletas y mozo.
"Algunas personas me trataron mal mientras trabajaba; sin embargo, en ese momento opté por retomar mi sueño de convertirme en un profesional que ayude a su país y a todos los que necesiten", cuenta Honorio. Así que decidió postular a la Universidad Nacional de Moquegua y esta vez ingresó, aunque aún tenía temor por cómo podría solventar sus gastos.
Era el año 2012 y el Estado peruano lanzó la primera convocatoria de Beca 18. Dos días antes del cierre de postulaciones, Honorio se enteró sobre esta oportunidad. Creyó que el corto tiempo le jugaría en contra, pero no se rindió y se comunicó con su familia en Puno para obtener los documentos que necesitaba. "Llamé dos veces a mi hermano y no me contestaba. No entraba ninguna llamada para mi comunidad y se me agotaban las esperanzas. Pero llamé una vez más y me contestó la llamada, e incluso me comentó que estaba en trayecto a la casa de mi papá. Entonces le solicité que me enviara los documentos necesarios para la postulación a Beca 18. Si yo no llamaba por tercera vez, probablemente no estaría contando esto en este momento". Honorio logró ser un ganador de la beca y así se convirtió en el primer universitario de su familia.
Por todas estas experiencias, Honorio considera que el que persevera, alcanza, y recomienda que nunca se debe dejar de luchar por los sueños. "Hay que seguir intentando, hasta el último segundo. En la última oportunidad uno puede marcar la diferencia. A veces la vida cambia en un instante", señala. También pide a los peruanos revalorar nuestra cultura: "Involucrémonos en la investigación científica y en la innovación tecnológica, y que estas estén de la mano de nuestras costumbres, para seguir resaltando la presencia del Perú en el mundo", destaca
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