• Aseguramos que ningún niño, niña o adolescente en edad escolar se quede fuera de la escuela. Se estima que 700 mil han dejado las aulas o están en riesgo de abandonar sus estudios debido a la situación de pobreza que afecta a sus familias. Actuemos para evitar que se incremente la deserción y retornen a la escuela quienes la han abandonado. Solo así tendremos la certeza de que la generación más joven podrá romper con la pobreza histórica de sus familias.
• Garantizamos el acceso a los servicios de salud, incluyendo las inmunizaciones. Desde el 2014 se venía incrementando el porcentaje de niñas y niños menores de 36 meses con vacunas completas. En el 2019 se alcanzó un 60.7%. En el 2020, este indicador bajó a 46.3%. Urge recuperar lo perdido y seguir ampliando la cobertura.
• Implementamos y apoyamos políticas públicas y programas inclusivos que aseguren las transiciones educativas a primaria y secundaria y la reinserción educativa, reconociendo a todos los chicos y chicas, sin excepción, como sujetos de derecho y agentes de cambio. Se estima que este año 350 mil estudiantes de la escuela privada pasarán a la pública, y más de 170 mil niñas, niños y adolescentes extranjeros acudirán a una escuela peruana. Es hora de apostar por la integración y comprender que los derechos de la infancia no conocen de ningún tipo de fronteras.
• Generamos las condiciones para que niños, niñas y adolescentes estén mejor protegidos frente a la violencia física, psicológica, sexual y de género, y dispongan de servicios que garanticen su protección y acceso a la justicia. En el 2019, el 64% de las niñas y adolescentes mujeres y un 34% de los niños y adolescentes varones reportaron la presencia constante de violencia en el hogar. Garanticemos el derecho a crecer libres de violencia.
• Contribuimos a que niñas, niños y adolescentes accedan a un sistema de protección social integral y a programas sociales que contribuyen a la reducción de la pobreza bajo un enfoque multidimensional y resiliente a situaciones de emergencia y humanitarias. En el 2019, la pobreza monetaria afectaba al 28.6% de las niñas, niños y adolescentes. En el 2020 al 40.5%. Asegurar que todas y todos tengan oportunidades de desarrollo, es una tarea compartida.
Niñas, niños y adolescentes sufrieron el aislamiento y el encierro, renunciaron por un largo tiempo a sus profesores, aprendizajes, amistades y juegos. Cerca de 100 mil chicos y chicas han quedado en orfandad en los últimos dos años. Nosotros, las y los adultos sobrevivientes de la pandemia, tenemos el deber de reconocer, respetar, promover y exigir el cumplimiento de los derechos de la niñez y adolescencia. Asumamos ese compromiso con el presente, con el futuro.
Para más información:
www.unicef.org/peru
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