Lamentablemente el sentido de realidad frente a las experiencias vividas en la vida política nos lleva a suponer que los presidenciables no van a poder cumplir con sus promesas, por ser inviables, desfinanciadas y dependientes de complejos acuerdos entre el presidente, la PCM, el MEF, el Ministro de Educación de tránsito y especialmente el Congreso, a lo que se sumará el conocido circuito de la corrupción, como ha ocurrido desde el inicio de nuestra república.
Aún con esa presunción, nos volvemos a ilusionar, como alternativa a la depresión, la migración o la autodestrucción. La pregunta que nos hacemos es quien nos da más ilusión de una sorpresa positiva y una situación reversible en caso que ella no se dé. Cuál lectura del futuro nos resulta menos escalofriante. Con quién nos ilusionamos esta vez.
De no cumplirse esa ilusión tendremos que asumir la desilusión hasta la próxima elección, que ilusamente también esperamos que ocurra en abril del 2026, como ilusamente también esperamos que el Perú llegue al mundial de fútbol del 2026. Quién sabe, puede ser...
Comentar esta noticia