Una de estas grandes docentes es Carmen Najarro Febres (65), quien llegó a cumplir 30 años sirviéndole a la Educación Inicial, antes de dejar la I.E.I. N°115 10 Mundo del Saber, de San Juan de Lurigancho, en octubre del año pasado.
Ella cuenta que una inocente anécdota marcó su vida, a los 4 años, cuando estaba en su salón de clase. Su profesora pidió a los alumnos que dibujaran en las hojas bond unas manzanas y que las colorearan. A diferencia de sus demás compañeros, Carmen pintó sus manzanas de color verde y amarillo, aduciendo que eran los colores de la fruta que le daba su madre. Sintió mucha vergüenza por lo ocurrido, pero no esperaba la reacción de su maestra.
"Ella me abrazó duro y además me dio la oportunidad de explicar en la clase porque no había coloreado de color rojo mis manzanas. Su rostro era de ternura, nunca me fiscalizó. Lo que me transmitió, no se me olvida. De grande mantuve el contacto con mi maestra, Bertha Paz, y siempre le recordaba que gracias a como me trató, me enamoré de la docencia, y desde muy joven supe que quería educar a las niñas y niños", sostuvo Najarro Febres.
Durante sus años como docente señala que siempre disfrutó cada segundo con sus "campeones", apelativo con el que llamaba a todos sus estudiantes. Luego, como directora, continuó brindando clases para conocer de cerca las necesidades de sus niñas y niños. "Hay que escucharlos, saber que demandan. Pedían música, paseos y juegos. Por eso creamos el Consejo Infantil, ellos designaban quienes serían a sus dos representantes por aula, y luego, los elegidos se convertían en la voz del salón. Era muy curioso, porque les enseñamos a solicitar las reuniones con nosotros, por escrito, por oficio, y ellos lo hacían súper bien", sostiene Carmen Najarro.
Carmen no pudo volver a las aulas y despedirse de sus niñas y niños 3, 4 y 5 añitos por la pandemia. No obstante, confiesa que un año antes pasó días increíbles en su escuela. Indica que las madres y padres de familia estaban muy comprometidos con las actividades del colegio y eso la hizo súper feliz. "Era como una familia, comprendieron que para que sus hijos aprendan, su presencia era muy importante. Por eso yo aconsejo a los docentes, que primero refuercen el compromiso y el buen trato con las madres y padres, si quieren asegurar el desarrollo de los pequeños".
La pasión por la docencia y la dedicación que le entregó a sus estudiantes, no pasó desapercibido por sus 4 hijos. Todos son docentes. "Mi hijo es administrador y enseña en una universidad finanzas. Mi otro hijo es ingeniero y hace lo propio en un instituto. Mis otros dos hijos han estudiado marketing y derecho, y también son docentes. Hasta mi esposo Walter, es profesor de inicial y primaria. Compartimos la felicidad de ser profesores todos y cuando hablamos de nuestras experiencias, me gustaría que la cena dure eternamente", afirmó Carmen Najarro.
Gracias a mi padre soy maestra
Rosa Alcocer Torres (65) cumplió 40 años como maestra antes de jubilarse en octubre del año pasado, en la I.E.I. N° 384 Los Amiguitos de Carabayllo. Ella destaca que gracias a su padre y a la biblioteca que implementó en la casa, es amante de la lectura desde muy joven. Asimismo, resalta también, que por él se hizo docente. "Yo tenía 17 años, y antes de fallecer mi papá me pidió que estudie Educación y que sea maestra de inicial".
Alcocer Torres honró la petición de su padre y actualmente se siente orgullosa de su profesión. "Las niñas y niños de inicial son la base de todo, depende de nuestro trabajo moldearlos, que sean críticos, reflexivos y, además, desarrollamos su personalidad. Tenemos la dicha como maestras de forjar grandes seres humanos. Y, por si fuera poco, ellos te alegran la vida, puedes tener miles de problemas económicos, personales, pero al estar con estos angelitos te olvidas de todo", aseguró.
A pesar de haberse jubilado, Rosa, voluntariamente, no ha parado con sus actividades educativas. Por medio del WhatsApp continúa en comunicación con las docentes de su ex colegio y trata de aconsejar y guiar a las maestras que recién se integraron al servicio educativo "Yo les digo, pónganse en el lenguaje del niño, denle bastante confianza, seguridad y sobre todo sean pacientes. Ellos quieren aprender, eso no lo duden, todo depende de ustedes", aconseja.
Rosa se siente contenta por el trabajo que realizó como docente y luego como directora en dicha institución educativa. Lo más grato que recibe es el cariño de sus exestudiantes de inicial. "Mis alumnos ahora son ingenieros, otros administradores, me agregan al Facebook, a sus grupos de WhatsApp y me invitan a sus eventos. Me sorprende el cariño que recibo, pero reconozco que di todo de mí durante estos años para beneficiar a los niños, a sus padres y a la comunidad".
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