Marlith Norabuena Padilla es maestra de quinto grado de primaria, en la I.E. N° 86414, en el distrito de Chavín de Huantar, provincia de Huari (Áncash). Desde que inició el confinamiento ha tenido la iniciativa de traducir al quechua las sesiones del Aprendo en Casa para que sus estudiantes, de una escuela bilingüe, puedan entender las clases en su lengua materna.
Para este trabajo, la docente cuenta con el apoyo de su hijo de 13 años y su esposo, quienes fungen de camarógrafos para grabar la traducción en 3 o 4 videos, que duran tres minutos como máximo, para luego enviarlos al grupo de WhatsApp, que ha creado con algunos padres y madres de familia. Al resto, se le envía el link mediante mensaje de texto o se le hace el acompañamiento de la sesión vía llamadas telefónicas, que duran hasta 35 minutos.
"Entre grabar y editar me toma cerca de 3 horas. La explicación tiene que ser de la manera más sencilla, con el fin de que mis niños y niñas puedan realizar sus actividades ellos solos, ya que la mayoría de sus padres y madres son analfabetos. Al término de esta primera parte empiezo con la retroalimentación, también por llamadas. Una rutina que no tiene horarios", expresó.
Adicionalmente, señala que el especialista de EIB de la UGEL Huari le envía tres veces por semana los audios en quechua del Aprendo en Casa, que se transmiten por radio, ya que en el centro poblado de Chichucancha, donde se ubica la escuela, no llega con nitidez ninguna emisora, por eso optaron por la televisión como medio de comunicación, aunque también con algunas dificultades. "De mis 15 estudiantes, solo 11 cuentan con un televisor; los otros 4 van a casa de algún compañero que vive cerca para escuchar las sesiones, manteniendo siempre la distancia y los cuidados respectivos. Esta es la única forma que hemos visto de llegar a todos los estudiantes y que ninguno se sienta excluido", manifestó.
Norabuena considera que esta nueva forma de enseñanza a distancia es un reto constante al que continúa adaptándose y pese a las limitaciones que encuentra por tratarse de una escuela rural, no desfallece en seguir adelante. "Las ganas de aprender de mis alumnos y alumnas, y el interés por comunicarse y enviar sus evidencias, así como hacerme conocer sus dudas, me impulsa a buscar formas y estrategias de seguir enseñándoles con ganas y tener logros buenos para ellos y para mí como maestra", finalizó.
Esta experiencia ha sido compartida con otros colegas que participan en la Red de Docentes Innovadores que impulsa el Fondo Nacional de Desarrollo de la Educación Peruana (FONDEP). con la finalidad de replicar estas buenas prácticas. Si aún no te has inscrito, ingresa aquí:
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