En Arequipa y Tacna nos hemos reunido con especialistas para reflexionar sobre dos actores fundamentales del proceso educativo formal: los maestros y las escuelas. Eso no es - en sí mismo- nada singular.Lo que puede serlo es pensar sobre unos maestros y unas escuelas que no son los de hoy (para mejorar simplemente), sino para opinar de qué forma deberían ser los docentes y los espacios donde se eduquen los ciudadanos de un mundo que ofrece incertidumbres y sorpresas.
Partimos de algunas convicciones básicas, simples e irrefutables: no se lograrán resultados diferentes si seguimos haciendo lo mismo; el mundo ha cambiado y seguirá cambiando, especialmente en lo tecno-científico; si aceptamos que los seres humanos somos diferentes, resulta lógico que preveamos alternativas que potencien educativamente esas diferencias.
Es así que necesitamos derivar propuestas que, considerando las diversas brechas subsistentes en nuestro país y las que nos separan del mundo, nos deje claro que el reto es grande y se deben tomar decisiones originales- rupturistas dicen varios expertos- para formar ciudadanos éticos con capacidades para ser autónomos, innovadores, ecuánimes, resilientes y responsables de sus decisiones.
Entonces, necesitamos una escuela más libre y no burocrática, con profesores organizados que se renuevan siempre. Y que ambos respondan por sus resultados.
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