En recientes reuniones con altos funcionarios del Ontario Principals Council, en Toronto-Canadá, les pregunté cuál es el tema nuevo que está entrando al debate educativo sobre el futuro de su sistema educativo, habida cuenta que lo logrado ya es reconocido como bastante estable y exitoso.
La respuesta unívoca fue LA SALUD MENTAL de los alumnos, basándose en un muy difundido estudio publicado sobre el tema por la Universidad de Ontario y College Health Association (OUCHA). (Ontario Student Survey finds Growing Need for Mental Health Services: Ontario Canada Reference Group Executive Summary Spring 2016).
Sus principales hallazgos fueron: 65% de los 25,000 estudiantes encuestados informaron haber experimentado una ansiedad abrumadora en el año anterior (+8% respecto a 2013); 46% se sentía tan deprimido que le era difícil funcionar bien (+6%); 13% había considerado seriamente el suicidio (+3%) y 2.2% había intentado suicidarse (+0.7%).
Estos datos coinciden con los que se obtienen de estudios hechos en estudiantes norteamericanos e ingleses, que reportan serios problemas de salud mental y grandes limitaciones para atender las consultas que necesitan los afectados. En el caso peruano hay varios estudios en adolescentes hechos por el Instituto Nacional de Salud Mental Hideyo Noguchi, que apuntan en similar dirección con unos 1.7 millones de peruanos con depresión, la mitad de ellos escolares y adolescentes.
¿No deberían estos datos ser suficiente estímulo para profundizar en las causas, y abordar una política de atención a la salud mental de los escolares y universitarios peruanos?
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