Para muchos, no está claro a qué se le denomina "educación tradicional", porque frases como esa o como "educación de calidad" o "educación en valores" se vacían de significado unívoco cuando se utilizan en diversos contextos para decir cosas a veces diametralmente opuestas unas de otras. De allí la necesidad de usar expresiones más explicativas que permitan imaginar mejor a qué se refieren los opinantes cuando se refieren a conceptos como "educación tradicional".
En este caso, utilizaré dos explicaciones bajo el título de "someter" e "inspirar" para aludir a la imagen que tenemos del equipo docente de una escuela.
Se trata de un equipo que somete al alumno a los designios preestablecidos por la escuela en sus reglamentos, protocolos y sistemas de enseñanza y evaluación, o es un equipo que inspira y hace coparticipar a los alumnos en las decisiones que conciernen a su desarrollo educativo.
La educación tradicional es vertical, asimétrica, gestora de alumnos "profesordependientes" en la que los estudiantes no deciden nada ni tienen espacio para opinar libremente y cultivar su pensamiento crítico. Todo viene dado y controlado desde fuera de los alumnos. La educación progresista salta hacia una mirada innovadora en la que el alumno es más autónomo, libre, creador, constructor de sus conocimientos, con profesores que son facilitadores del aprendizaje que es significativo en la medida que este ha sido construido por el alumno, quien es capaz de transferirlo a situaciones nuevas.
El alumno se forma para ser autónomo, "alumnodependiente" para su autorregulación y su realización personal.
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