Con la juramentación del ingeniero Martín Vizcarra como Presidente de la República se inicia una nueva etapa gobierno. Uno de sus primeros anuncios es que el gabinete de ministros será totalmente renovado.
En Educación significa que en 18 meses habremos visto pasar por el despacho de Educación a cuatro ministros. No ha sido bueno para el sector pues la inestabilidad del cargo de ministro trae consigo inestabilidad de otros cargos burocráticos y de la política educativa. En otras palabras, volver a recomenzar.
Habrá que confiar que la decisión que tome el Presidente Vizcarra sea la mejor en cuanto a elección de quien llegue a ser el nuevo ministro. Rápidamente tendrá que definir sus prioridades de política educativa y hacer frente a una coyuntura que no se presenta fácil. Hay conflictos con el magisterio que deben resolverse incluida la aplicación de la Reforma Magisterial, las cuestiones de identidad de género ahora en manos de la Corte Suprema, los gravísimos problemas de infraestructura educativa, solo por citar algunos.
Los aumentos que se dieron al magisterio a fines del año pasado limitan y seguirán limitando mucho las posibilidades de hacer grandes reformas en educación. La única opción es pensar en reformas significativas pero que no cuesten mucho, Por ejemplo, algunas que tengan que ver con reformas en la gestión como la simplificación de procedimientos que tiene gran impacto en la disminución de la corrupción; buscar una mayor consenso con los maestros en la concepción e instrumentos de evaluación del desempeño; retornar a un modelo de mayor colaboración de la comunidad en el mantenimiento y desarrollo de la infraestructura educativa, como lo fue hace cuatro o cinco décadas.
Deseemos la mejor de las suertes al Presidente Vizcarra y al nuevo ministro de Educación que designe. Tratemos de apoyarlo.
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