La huelga magisterial de estos días es pulseo de tres partidos por el control de diversos feudos sindicales. Patria Roja conduce algo llamable un SUTEP nacional, Puka Llacta y Sendero Luminoso (bajo el membrete Movadef) conducen sendas porciones del magisterio en el sur. Tienen objetivos diferentes y fuerte rivalidad entre ellos.
Obviamente Puka Llacta y SL, que conducen la huelga en el sur andino, son considerablemente más radicales que PR. Los impulsa el deseo de legalizarse ante el Estado como conductores del magisterio. Lo cual en el caso de SL es uno de los escalones que llevaría a su reconocimiento como partido político legal.
Así, PR vive entre la espada y la pared. La presión de la ultraizquierda los obliga a radicalizar por momentos para conservar sus bases. Pero arrancarles concesiones a los gobiernos exige otro tipo de conducta, que incluye dosis de flexibilidad. Por lo pronto PR ha obtenido un aumento para sectores del magisterio a partir de agosto.
El propio gobierno está en una situación similar, ya que el SUTEP-Patria Roja es su único instrumento para mantener a raya a la parte radicalizada del sindicalismo magisterial. Que los gobiernos regionales de Apurímac, Cusco, Junín y Puno se nieguen de plano a descontarle haberes a los maestros huelguistas es elocuente.
Pero no todos los reclamos del SUTEP-Patria Roja, algunos de ellos diseñados a partir de los reclamos de la competencia ultra, son atendibles para el gobierno. Los pedidos de postergar las evaluaciones de desempeño a los maestros, por ejemplo, apuntan al corazón de la reforma educativa.
En cierto modo con el aumento que viene Patria Roja ha obtenido su victoria. Falta saber ahora si esto calmará a sus rivales de la ultra, en una situación bastante más seria que la pequeña marcha Movadef por el centro de Lima. Quizás las aguas se calmen, puesto que la adhesión de los maestros afiliados a los planes de los partidos tiene un límite.
Todo este escenario de luchas donde lo magisterial suele ser un frontis de lo político revela la inconveniencia de debilitar al ministerio de Educación y a la reforma educativa. Doblemente irresponsables quienes contribuyen a ese debilitamiento desde la derecha parlamentaria, cargada de sus propios reflejos ultra.
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