Los resultados de la Evaluación Censal de Estudiantes (ECE) de segundo grado de primaria muestran mejoras importantes en matemática respecto de 2015. Aumentan los promedios generales y los porcentajes de alumnos que alcanzan un nivel satisfactorio mientras disminuyen los porcentajes en el nivel más bajo de logros, tanto en el ámbito nacional como en muchas regiones. La importancia de la matemática para el desarrollo de otros aprendizajes hace indispensable que estas mejoras se aceleren y estabilicen.
Es necesario que en cada nivel y espacio de gestión se analice detenidamente los factores institucionales, pedagógicos y extra-sectoriales que están contribuyendo a esa mejora y que se apliquen luego los hallazgos de esa reflexión y estudios para mejorar procesos, estrategias y capacidades de implementación. Esto incluye a las escuelas, que están recibiendo ahora información valiosa sobre sus propios desempeños, pero requieren orientación y apoyo para aprovecharla.
Las mejoras están concentradas en las escuelas públicas, contribuyendo a su revaloración por una ciudadanía acostumbrada a identificar calidad educativa con gestión privada. Ello estaba generando un gran traspaso de matrícula urbana hacia instituciones no estatales, muchas de mala calidad y resistentes a la regulación pública, reforzando desigualdades y segregación por niveles socioeconómicos de manera inconsistente con la visión del Proyecto Educativo Nacional. Hay que cuidar que el incentivo que vaya a remplazar al actual Bono Escuela para evitar sus efectos no deseados no interrumpa en el corto plazo la tendencia positiva, consolidar el acompañamiento docente y reforzar el compromiso con los aprendizajes y la confianza en las propias capacidades demostrados por los maestros.
Son alentadores los avances en regiones pobres como Ayacucho, Huancavelica y Apurímac, que han logrado los mayores incrementos en el porcentaje de estudiantes con desempeño satisfactorio; las dos primeras ocupan el tercer y quinto lugar en puntajes promedio a nivel nacional. Aquí cabe anotar que la ECE no mide aún el desempeño matemático de los estudiantes que allí y en otras regiones asisten a escuelas que ofrecen Educación Bilingüe Intercultural (EIB). Vale resaltar que sí se registran mejoras en las capacidades matemáticas de estudiantes con lengua materna originaria que asisten a escuelas que no ofrecen aún programas EIB, y procurar allí fortalecer prácticas inclusivas efectivas.
Decepciona en cambio el progreso de las niñas en esta ECE, comparado con el de los varones. No incrementa las probabilidades que ellas tendrán de cursar y ejercer carreras más valoradas socialmente y que les generen mayores ingresos que aquellas en las que actualmente trabajan mayoritariamente mujeres. Más aun preocupa que la mejora mostrada en la competencia matemática de los estudiantes rurales sea muy insuficiente para empezar a eliminar la más patente y perniciosa de todas las desigualdades que nos afectan. Desarrollar políticas y estrategias efectivas de educación rural, coordinadas y concertadas en todos los niveles y ámbitos de gestión, que ayuden a lograr ese objetivo tan elusivo del Proyecto Educativo Nacional, es indispensable, y entendemos que a ello se está abocando la actual gestión.
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