Si entramos al azar a un aula de clases pública o privada en el Perú, probablemente encontraremos una escena similar a la que hubiéramos visto en las pocas aulas existentes en 1821: profesor parado adelante -con tiza y pizarra- dicta la clase desde sus apuntes o memoria, alumnos sentados en carpetas en filas cuadriculadas, en silencio lo escuchan y toman notas para memorizarlas y luego mostrar sus adquisiciones en los exámenes. Si alguien se sale de la caja, del formato cómodo para el profesor, lo castigan. El currículo y los programas son diseñados por la autoridad para ser transmitidos tal cual por el profesor a los alumnos. El profesor pregunta y el alumno designado se mantiene en silencio o contesta lo que el profesor quiere escuchar. El profesor premia y/o castiga los desempeños y conductas de los alumnos con notas, usando un fuerte color rojo para hacer muy notorio todo lo que es insatisfactorio.
Es una relación vertical, totalitaria, indiferente a las diferencias entre alumnos, en la que no interesa lo que el alumno piensa o siente, ni hay cabida para sus opiniones o preguntas. En suma, un alumno-esclavo cuya supervivencia depende de su sumisión total a los designios del profesor. ¿Sería muy distinto si entramos al azar a un aula este año? En demasiados casos, sería lo mismo.
La pregunta es ¿cómo es el ciudadano que egresa de un colegio (y luego universidad) con este perfil tradicional de "buen alumno" sumiso?. ¿Será el ciudadano con pensamiento crítico, divergente, creativo, autodisciplinado, corajudo para tomar riesgos y enfrentar retos complejos, tolerante con las ideas de los demás, comprometido con el bienestar de la comunidad y el medio ambiente, respetuoso del estado de derecho, emprendedor, capaz de moverse por el mercado laboral y eventualmente generar su propio empleo? Obviamente NO.
Mientras la sociedad peruana en general y en particular los políticos y decisores no tomen consciencia de que un Perú libre, independiente, competitivo, ética y mentalmente sano no se gestará en una escuela retrógrada, ningún mejor puntaje en pruebas censales o PISA anunciará la realización de nuestro sueño nacional. Mientras no se atrevan a disrumpir hacia planteamientos innovadores, que le de voz a los alumnos, seguiremos dando vueltas en trompo con más de lo mismo. Mientras sigamos pensando que tenemos que hacer lo que hacen los otros, seguir la ruta trazada por otros países o las recetas recomendadas por organismos internacionales que aspiran a simplificar el conjunto de realidades y posibilidades heterogéneas como si fueran equivalentes y estandarizables, nos seguiremos lamentando de nuestras dificultades y estaremos perdiendo la oportunidad de generar las respuestas educativas propias y autónomas que nos permitan dar saltos hacia la realización de nuestros sueños nacionales.
Comentar esta noticia