Desde la época escolar, uno de las preguntas más recurrentes que se hace al estudiante es acerca de cómo está planificando su tiempo libre. La insistencia en esta pregunta parte de la necesidad en la que se ha convertido saber planificar nuestro tiempo en la actualidad, sobre todo si se lleva o considera llevar algún tipo de trabajo además de las clases universitarias.
Una correcta planificación de la agenda diaria conducirá a una mejor calidad de tiempo invertido en la misma, puesto que se aprenderá a distribuir la energía en base a la acción requerida. Una correcta gestión de nuestro tiempo conducirá a la automatización de nuestras tareas más débiles, pudiendo concentrar nuestros esfuerzos enretos nuevos o más difíciles.
Por otro lado, ser capaces de lograr resultados en esta área significa comenzar por reconocer nuestras propias debilidades. La planificación va más allá de la elaboración de un horario, sino que significa la capacidad de poder cumplir nuestras promesas. No vale la pena entablar un plan de trabajo que no vamos a poder cumplir, así como tampoco funciona sobrecargarnos del mismo.
El mayor logro de saber planificar nuestro tiempo no se reduce a la consecución de nuestras metas a corto o largo plazo, sino que nos dará la oportunidad de poder gestionar mejor el tiempo que invertimos en nuestras obligaciones sin perder de vista a nuestra familia, los amigos y, sobre todo, a uno mismo. El fin de la planificación, por lo tanto, será lograr el equilibrio en nuestra propia vida.
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