Este tipo de instrumento ya se vienen implementando con éxito en otros países de América Latina y el Caribe (como Chile, Colombia, Costa Rica y República Dominicana) y en Europa con el objetivo de establecer un puente entre el mundo productivo y el educativo, promoviendo carreras y programas de estudio que respondan adecuadamente a las necesidades y demandas laborales de las organizaciones.
La implementación de este instrumento tiene como objetivo articular los distintos niveles educativos y la educación no formal para posibilitar la transitabilidad promoviendo los aprendizajes a lo largo de la vida, así como mejorar la calidad de la formación que reciben los estudiantes en la educación superior y técnico-productiva.
El MNCP consta de ocho niveles de complejidad gradual y creciente e incluye la validación y reconocimiento de todos aquellos aprendizajes y conocimientos que hayan sido adquiridos de forma previa a lo largo de la vida.
Es decir, no solo valida el conocimiento adquirido como resultado de algún tipo de formación educativa formal, sino que reconoce y certifica habilidades complementarias (como las comunicativas, socioemocionales o cognitivas), así como aquellas para responder y lograr objetivos esperados en una posición laboral determinada. Esto permitirá que los aprendizajes de los estudiantes puedan ser reconocidos para construir la ruta formativa de su desarrollo profesional.
Este instrumento, que está previsto en el Plan Nacional de Productividad y Competitividad, es el resultado del trabajo articulado y conjunto, desde el 2019, entre entidades del sector público (Minedu, Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo y el Ministerio de la Producción) y el sector privado, como CONFIEP y el Consejo Privado de Competitividad.
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