El pequeño André ha sido criado en un entorno de mucha estimulación temprana: André Santiago Espinoza Jancco, de apenas 3 años de edad, es un ejemplo de los resultados positivos que la estimulación temprana, así como la protección y seguridad de un entorno familiar bien constituido pueden lograr en los menores.
Pese a su corta edad, André es capaz de leer en español e inglés; pero además puede realizar operaciones matemáticas como la suma y la multiplicación, y ejecuta temas musicales con un órgano.
El pequeño cursa educación inicial en la institución educativa inicial Dieguito Thomson, de Ate, donde también vive con su familia. "Me di cuenta de que tenía habilidades especiales a los pocos meses de nacido, cuando ya empezaba a balbucear las vocales. Pero también ha tenido estimulación en casa", comenta su joven madre, Rossana Jancco de la Cruz.
Desde pequeño, André captaba rápidamente lo que se le enseñaba. A los 9 meses sabía por completo el abecedario, a los 2 años y medio leía casi correctamente y luego empezó a aprender inglés. "Ahora está 'full' con las matemáticas", comenta Rossana.
El inglés lo aprendió con su papá, un técnico en mantenimiento que estudió en Senati y que, por necesidad profesional, sabe inglés. "André tiene deseos de aprender, es autodidacta", refiere Ángel Espinoza Navarro, el orgulloso padre.
Su madre explica cómo su hijo ha ido desarrollando sus habilidades matemáticas, mediante el juego con bloques educativos que le han permitido hacer sus primeras sumas y restas.
Con ayuda de sus padres elige sus lecturas en inglés; de esta manera va desarrollando su habilidad para leer en este idioma.
"Este año ha cogido las matemáticas, usa sus bloques para realizar sumas y él mismo empezó a hacer sus ecuaciones. Se va desarrollando solo", explica Rossana.
No es un niño tímido, sino que, por el contrario, muestra fluidez comunicativa y juega mucho con sus padres y su hermano menor, haciendo lo propio de su edad. "En el nido siempre llevan a cabo el día del talento. Es entonces cuando los profesores se dieron cuenta de que tiene talento, que saber leer, sumar, multiplicar...".
Los padres se preguntan si en este desarrollo precoz influyó la genética, pues si bien sus progenitores crecieron en Lima, la familia paterna proviene de Junín y la de la madre procede de Ayacucho.
La unión familiar que se respira en los padres de André está relacionada con la fe. Ellos son una pareja cristiana, que además de permitirle desarrollar su inteligencia y talentos, le han inculcado valores.
"Y sabemos que, al igual que André, cada niño tiene un don, siendo el de él captar rápido", explica la madre. Pero además es extrovertido y amiguero, pues los padres le dan tiempo para jugar lo propio de su corta edad.
Gracias va la fe cristiana de sus padres, lo primero que aprendió a leer fue la biblia para niños, un libro de 511 páginas que tiene dibujos que acompañan las lecturas bíblicas. Un libro que a los 2 años y medio había leído dos veces. "Lo estimulábamos a que leyera, le poníamos su carita feliz", precisa la mamá.
Pese a que ninguno de los dos toca algún instrumento musical, André toca un pequeño piano. "Le poníamos música clásica. Queríamos inscribirlo a un curso, pero nos pedían que tuviera 7 años, pues tenía que saber leer y escribir", indica Rossana.
Entonces, su madre aprendió lo elemental de las partituras de música por internet y le enseñaron varias canciones. Además de las clases en casa, el pastor los ha apoyado en darles unas clases y toca en la iglesia.
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