El Ministerio de Educación ha publicado los resultados de la primera etapa de evaluación de docentes que postulan a una plaza de nombramiento de un centro de educación básica estatal. De un total aproximado de 208 mil docentes que rindieron la prueba solo 20 mil; es decir, el 9.6%, logra pasar a la segunda etapa. Significa que difícilmente podrán cubrirse las 20 mil plazas que están en concurso pues habrán docentes que no logren aprobar la segunda etapa o alcanzar el puntaje mínimo requerido.
Los resultados dejan más de una interrogante. Por un lado, los niveles de dificultad de la prueba para la gran mayoría de postulantes. Que sea una prueba difícil de aprobar no debería ser razón para proceder en las siguientes evaluaciones a elaborar pruebas más sencillas. El magisterio requiere que sean los mejores los que ingresen a la carrera y eso es lo que hay que alentar. Por lo tanto, el nivel de dificultad de la prueba no debería disminuir.
En segundo lugar deberemos preguntarnos acerca de la pertinencia de su contenido. Con el transcurrir de los años las pruebas han venido perfeccionándose y han sido un recurso importante de actualización de conocimientos y políticas curriculares. Además, los docentes que postulan a una plaza han ido conociendo las grandes líneas de orientación de las preguntas. Las dificultades que encuentran los profesores para aplicar el enfoque curricular serian mayores si estas evaluaciones no se hubieran realizado.
Hacer preguntas sobre comprensión lectora o matemática es a veces difícil de ser comprendido por los docentes postulantes, sobre todo cuando dejaron los estudios de carrera hace algunos años. No obstante, el magisterio debe aceptar la estrecha correlación que se da entre los resultados de las pruebas de lectura y matemática de docentes y estudiantes. Allí donde los docentes salen mal en esas evaluaciones, sus estudiantes también salen mal.
En tercer lugar, preocupa que el bajo nivel de aprobados en la primera etapa del nombramiento pueda ser el producto de la poca efectividad de las políticas de formación, capacitación o acompañamiento. En cuanto a la formación docente, es un reclamo que se produzca urgentemente una reforma profunda que vaya mucho más allá de lo normado en la nueva Ley de Institutos y Escuelas de Educación Superior. Se necesita reformar los contenidos, las metodologías, incentivar un mayor uso de las tecnologías de la información y comunicación, revisar los perfiles de los formadores de docentes.
La capacitación en servicio ha demostrado serias deficiencias que son denunciadas permanentemente por los capacitados. Piensan que muchos capacitadores tienen poco que enseñarles, que los contenidos son más teóricos que prácticos, que los constantes cambios de la política curricular hacen que la capacitación pierda efectividad.
En cuanto a las formas de acompañamiento y asesoría, lo que conviene es una evaluación que permita ver si la inversión está dando los resultados que se esperan. Hay procesos, como la selección de los acompañantes que deberían revisarse. Igualmente los objetivos y procedimientos que se siguen al momento de realizar las visitas a las aulas. Finalmente, lo que realmente aportan los acompañantes a la mejora de las prácticas docentes.
El docente es y seguirá siendo el factor más importante en el proceso de aprendizaje. Hay que seguir apostando por él y buscar las mejores alternativas para dar solución a preocupaciones como las expresadas en los párrafos precedentes. Los desafíos son grandes y prioridad número uno de las políticas educativas.
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