Nunca se había discutido tanto el currículo escolar. Pero es una buena señal que los ciudadanos expresen su rechazo al progresismo enquistado en el Ministerio de Educación, el cual pretende imponer en la escuela sus doctrinas sociales bajo el burdo pretexto de la "educación integral". Es otro de sus discursos baratos para vender gato por liebre. Es aun peor que la imposición del adoctrinamiento religioso bajo la excusa de la "educación en valores". Lo lamentable es que la "educación integral" progresista, junto con la "educación en valores" religiosa, llevará a la completa degeneración de la educación escolar. Debemos rechazar ambas y recuperar la educación a secas, sin ideologías, doctrinas ni excusas.
La escuela debe servir para explicarle al individuo la realidad tal cual es, y no para reemplazarla con un relato lleno de mitos, dogmas y "valores". La escuela debe generar personas pensantes, capaces de hacer buenos juicios, basados en información objetiva y aplicando lógica racional, así sujetos libres para tomar sus propias decisiones. La escuela no debe servir para formar militantes progresistas ni soldados de Cristo. Quiten ambas cosas si quieren ingresar a la modernidad y al desarrollo.
Los argumentos del progresismo para pervertir la educación no son nuevos. Se basan en sus clásicas taras mentales de rechazo al mundo. No les gusta la realidad porque les parece "injusta", y pretenden cambiarla para crear un mundo perfecto. La historia está llena de penosos ejemplos de estas revoluciones culturales, cuyo resultado ha sido siempre el atraso y el genocidio. El Perú también soportó experimentos ideológicos en los días de Velasco, cuando se llegó al ridículo de imponer, al mejor estilo maoísta, un "uniforme único" a todos los escolares, para eliminar las distinciones de clase, implantando el igualitarismo social como doctrina educativa. Luego el progresismo volvió a apoderarse lentamente del currículo escolar hasta denigrarlo por completo con sus mismos viejos dogmas ideológicos.
La "educación integral" de hoy es solo adoctrinamiento en el mismo igualitarismo ramplón, llegando hasta la desfiguración de los sexos. Se enseña que los hombres y las mujeres somos "iguales en oportunidades", pese a que eso es falso. Somos completamente diferentes y eso cambia todo. Para empezar, las mujeres pueden quedar embarazadas, pueden parir y dar de lactar. El organismo de una mujer es muy diferente al de un hombre, y todo eso tiene lógicas y obvias consecuencias en las consideraciones sociales y en el comportamiento colectivo y laboral. Las inclinaciones y reacciones emocionales de hombres y mujeres son diferentes. Por lo mismo, sus gustos son distintos y es una completa y total estupidez decir que está mal que a los niños les regalen carritos y a las niñas, muñecas. Es puro delirio progresista.
Es cierto que la asignación del rol de género le corresponde a la cultura. Eso y mucho más son tareas que deben quedar en manos de la cultura, y no del progresismo que pretende reemplazar a la biología y a la cultura con su iluminada ideología. Los agentes naturales formadores de individuos son la biología y la cultura. Ambas son creaciones auténticas que se ajustan lentamente a lo largo de su propia historia. Está fuera de nuestras manos cambiarla. Es una pretensión ridícula, aberrante, y una tremenda necedad creer que se puede modificar una realidad social mediante el adoctrinamiento ideológico. Lo intentaron en vano Mao y otros líderes de la izquierda soñadora que buscaban un "nuevo mundo", y un "nuevo hombre". Han pasado de soñar con una sociedad sin clases a una sociedad sin sexos. Sueños de opio que ya deberían estar pudriéndose en el basurero de la historia.
La ideología igualitaria deriva de una casta de intelectuales arrogantes e ignorantes, incapaces de corregir sus errores pese a sus fracasos históricos. Intoxicados con su propia ideología, desprecian la realidad a la que consideran "equivocada". No tengo la menor duda de que ese currículo escolar de "educación integral" progresista debe ser arrojado al tacho de basura. La escuela debe dedicarse a impartir conocimientos y dejar los valores a la familia y a la comunidad. Los valores no se enseñan, se practican en la vida conectados con una realidad social concreta.
Dante Bobadilla
elmontonero.pe
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