Hugo Carrillo explica por qué cree que sí. Por su parte, Isabel García Ponce argumenta por qué no.
A FAVOR
Hugo Carrillo
Congresista de la República
Una iniciativa ciudadana ha impulsado un proyecto de ley cuyo objetivo es lograr que el quechua se enseñe en todos los colegios del país. Esperamos que este proyecto se pueda presentar el próximo semestre al Congreso de la República por lo menos con 100 mil firmas. Esta iniciativa despierta el interés no solo en el Perú, sino también en otros países donde hablan nuestro idioma originario y en el ámbito académico, en que el quechua se estudia, investiga y enseña en más de 25 universidades de todo el mundo.
Según el Unicef y la BBC de Londres, existen 20 millones de quechuahablantes en América Latina. Es decir, muchísimos más usuarios que el sueco (7,8 millones), catalán (6,4 millones), finlandés (6,0 millones), danés (5,3 millones) y hebreo (5,2 millones).
Esta propuesta debe ser avalada bajo la plena convicción de que nuestro principal idioma originario es una herencia mucho más valiosa que cualquier resto arqueológico que las culturas prehispánicas nos hayan podido legar. De hecho, el quechua es la única herencia prehispánica que no se encuentra en ruinas, pero, para que siga vivo, debemos usarlo y escribirlo cada vez más. Por ello, esta propuesta es tan importante, pues enseñándola en todos los colegios prevaleceremos el idioma y fortaleceremos nuestra identidad.
Sin duda, se trata de una tarea compleja y de largo plazo que supone, entre otras cosas, capacitar a miles de maestros para que puedan usar el quechua en el proceso de enseñanza. Asimismo, se tendrá que desarrollar una metodología necesaria para fortalecer el aprendizaje.
A todo ello se suman otras razones para impulsar esta propuesta legislativa que son los derechos lingüísticos de los pueblos originarios. Tales como recibir educación, acceder a la justicia y a la salud y, en general, garantizar que los servicios públicos se brinden en su propio idioma, según el literal 19 del artículo 2 de la Constitución Política del Estado.
Este derecho humano fundamental nos obliga a exigir que todos los médicos, los magistrados del Poder Judicial, los maestros que trabajan en las escuelas de los departamentos andinos y las personas que trabajan brindando servicios para la población sepan quechua o la lengua de uso mayoritario del lugar donde se encuentran. Por ello, esta obligación no se puede soslayar y la propuesta legislativa que nos ocupa contribuye al reconocimiento en todo el Perú.
Debemos aprender el quechua para preservarlo, fortalecer el amor a la patria y afirmar nuestra identidad. Este idioma contiene no solo palabras para designar cosas o sucesos, sino además conceptos, saberes, valores, estética y conocimientos que permitieron a nuestros antepasados hacer lo que nos legaron.
Son precisamente los saberes de nuestros antepasados que siguen asombrando al mundo: la domesticación de miles de plantas para la alimentación y la salud de la humanidad, las técnicas de riego y construcción de acueductos, la conservación de alimentos, la construcción de inmensos edificios y ciudades, miles de kilómetros de caminos en las zonas más agrestes del inmenso Tahuantinsuyo. Resulta necesario primero, aprender el quechua y este debe darse a través de uno de los pilares más importantes: la educación escolar. Así, se fortalecerá nuestra identidad y conocerá más el Perú.
EN CONTRA
Isabel García Ponce
Educadora
NO OBLIGATORIA. Quienes han aprendido una segunda lengua, y la hablan bien, saben que hay detrás mucho tiempo y esfuerzo invertido. Se trata de un conjunto de habilidades y destrezas orales y escritas, de comprensión y expresión, que -una vez adquiridas- requieren constante práctica para mantenerlas operativas.
Esta inversión se emprende con éxito cuando uno está motivado de alguna manera. Una motivación intrínseca puede ser la identificación con las personas que hablan la lengua que uno quiere aprender; la valoración positiva que uno da a esta lengua y a la cultura a la que pertenece. Una promoción, una beca, un premio o algún tipo de reconocimiento son, en cambio, motivaciones extrínsecas.
En educación valoramos la motivación como condición para que se produzca el aprendizaje. Para captar la atención y la colaboración del que aprende tenemos que responder a sus necesidades e intereses. De no haber un contexto propicio para lo que queremos enseñar, lo tenemos que crear, a fin de que resulte obvio el valor de su aprendizaje.
El anuncio de un proyecto de ley sobre la enseñanza obligatoria del quechua en todos los colegios públicos y privados del país para dar valor a esta importante lengua originaria contraviene el fin que se propone y anula todo augurio de éxito. Imponer la enseñanza del quechua en todos los colegios del país, lejos de responder a nuestra necesidad de identidad y contribuir a la valoración de nuestra cultura, puede provocar un efecto contrario.
Antes de dar una ley, lo prudente es asegurar las condiciones que garanticen su cumplimiento. ¿Contamos con suficientes docentes capacitados para la enseñanza del quechua? ¿Quiénes serán los capacitadores y cómo se han preparado? ¿Qué materiales de enseñanza se piensa utilizar? ¿Qué habilidades se priorizarían? ¿El objetivo será informar al alumno sobre el sistema de la lengua quechua o capacitarlo para la interacción en esta lengua? ¿Qué nivel de competencia se pretende alcanzar? ¿De cuánto tiempo se dispondrá para esta enseñanza?
Habría que revisar también las experiencias anteriores en relación con este tema y evaluar los logros que han tenido. Hace ya cuatro décadas, durante el gobierno de Juan Velasco, una medida similar estuvo condenada al fracaso por apresurada, descontextualizada y, sobre todo, ser impuesta. Otro caso a evaluar es la enseñanza del inglés en los colegios públicos. ¿Son suficientes dos horas pedagógicas por semana durante cinco años de estudios?¿Cuál es el motivo por el cual alumnos que durante toda su secundaria han estudiado este idioma difícilmente llegan a aprenderlo?
Tampoco podemos cerrar los ojos a las creencias y valoraciones que se asocian a la lengua quechua. Estas no son precisamente positivas y todos tenemos que asumir la parte que nos toca en revertir esta situación. Los educadores tenemos un importante rol en esta tarea, ya que las escuelas de contextos hispanohablantes son el escenario de lamentables sucesos de discriminación lingüística. Hay iniciativas para mejorar este estado de cosas, pero no son debidamente valoradas, difundidas y recompensadas.
La enseñanza de las lenguas originarias es un tema muy importante y debe planificarse a conciencia e implementarse adecuada y progresivamente, a fin de asegurarle todo el éxito que merece.
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