Hay cierta impaciencia entre analistas y maestros respecto a la demora que se siente por parte del Ministerio de Educación para anunciar lo que hará con la Carrera Pública Magisterial, la capacitación docente, y otras estrategias tendientes al logro de las metas anunciadas de mejorar los logros satisfactorios de aprendizaje en todos los niveles, en particular la escuela rural. Para las evaluaciones censales de 2do grado se anunció como metas ambiciosas subir de 29.8% a 55% en comprensión lectora y de 13% a 40% en matemáticas, sin que se sepa aún cómo se hará.
Hay un serio problema con la visión de la ruta a seguir para obtener todos estos logros. El ministerio anuncia que se logrará con la disposición de materiales adecuados, acompañamiento pedagógico y gestión eficaz y democrática de la escuela. Daría la impresión que no se le ha prestado suficiente atención a esto último.
Supongamos que le pedimos a Bill Gates que dirija una GUE como por ejemplo Alfonso Ugarte. Le decimos: dirígelo para convertirlo en un colegio líder, innovador pero respetando la normatividad vigente. Es decir: no puedes elegir, contratar ni separar profesores, así tengas evidencias de su pobrísimo desempeño; no puedes modificar el horario, el currículo, las cargas horarias; no puedes alquilar las instalaciones y generar recursos para el uso autónomo del colegio; no puedes sancionar a criterio a alumnos indisciplinados; no puedes contratar a nadie para que repare los baños o el techo de las aulas en peligro de caer; no puedes firmar convenios con terceros que quieran colaborar contigo sin previo engorroso e infinito trámite burocrático, etc. Por si fuera poco, tienes que ir primero 5 años a una universidad peruana para sacar un título peruano en pedagogía como requisito para tu nombramiento.
¿Es sensato pensar que con estas normas se puede levantar el nivel de las escuelas peruanas? Me temo que si no se arranca por contar con directores bien formados, seleccionados y con suficientes prerrogativas para una gestión autónoma, todo lo que se haga corre el alto riesgo de fracasar. Instituciones sin ejecutivos empoderados para gestionarlas, no pueden llegar lejos.
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