El examen, que ha sido reprogramado varias veces, ya sea por la pandemia de COVID-19 o por filtraciones, tiene como objetivo evaluar a más de 315,000 docentes. Estos maestros, que deberían tener el más alto nivel y exigencia para la enseñanza, por el contrario, ahora recibirán un examen mucho más sencillo y con mayores beneficios.
En primer lugar, las pruebas de razonamiento verbal y matemático, que se tomaban por separado y con puntaje mínimo, han desaparecido. Ahora solo se realizará una prueba única de «habilidades generales» sin puntuación mínima.
Por otro lado, han modificado la fase que busca medir el «desempeño en el aula». La decisión es reducir el puntaje mínimo en entrevistas y elevar el de experiencia profesional. Expertos consideran que es «un retroceso en una línea que buscaba ser profesionalizante».
Sin embargo, el mayor punto de conflicto son los premios por aprobar el examen. De acuerdo al Ministerio de Educación, se nombrará a todos los docentes que pasen la aprueba o que superen el puntaje mínimo en las dos etapas.
Opiniones
César Hildebrandt, director del semanario "En sus trece', indicó que el principal afectado de este cambio es la educación pública, pues al reducir la exigencia «empobrecerá mentalmente a todos».
«Han cambiado los exámenes, lo han puesto más suaves. Ahora es la nota mínima que implica ingreso, la pregunta es, ¿Cuánto resistirá aun más al educación pública? ¿Le importa al señor Castillo, que no puede lanzar una oración correcta? ¡No le importa! Estar gobernado por alguien que quiere empobrecer a todos, para que su pobreza mental, no destaque, no resalte», señaló.
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